Hoy desperté y visualice a Honduras en Brasil 2014, esta visualización me ha acompañado desde que acepté el reto de dirigir a Honduras, pero hoy la he visto más intensa y real que nunca.
Con una mirada simplista, podríamos decir que estamos muy cerca de disputar cuatro partidos que definen la clasificación al Campeonato Mundial de Brasil pero con una mirada desde el alma, podemos asegurar que estamos a las puertas de alcanzar un sueño.
Hace poco, en una rueda de prensa, manifesté que estaba dispuesto a donar un riñón a cambio de conseguir un nuevo delantero goleador. Era una forma gráfica de manifestar mi compromiso absoluto con esta causa y de motivar a nuestros delanteros a dar un poco más en el terreno de juego.
¡Solo eso! La verdad es que no quiero ser protagonista de un acto físico que carece de sentido. En lugar de eso, a esta causa le quiero poner mi corazón, con el profundo sentido espiritual que esta entrega conlleva. Además, los delanteros con que cuento tienen todo el potencial para alcanzar la excelencia. Con ellos me basta.
Quiero poner mi corazón, mi espíritu y mi fuerza a esta causa que es de todos, de un país que anhela llegar de nuevo al Mundial como una gran oportunidad para mostrar uno de sus mejores productos que es la Selección Nacional y como un triunfo que supera las barreras deportivas se convierte en una verdadera gesta del pueblo Catracho.
Todo está en nuestras manos. Honduras depende de Honduras. Por eso tenemos que unirnos en torno al objetivo anhelado. El equipo nos representa a todos y requiere de un apoyo unánime, decidido y sin titubeos para salir adelante. No es tiempo de volver al pesimismo, al desencanto y a los conflictos internos. Los contrincantes no estamos aquí.
Están por fuera del país y son, claro está, las selecciones rivales que deberán tomar atenta nota de la energía positiva que emana de todos los corazones del pueblo Hondureño.
Las posibilidades están intactas. No ha sido fácil llegar hasta aquí y lo hemos hecho sorteando uno a uno los obstáculos que fueron apareciendo en el camino. Para esta recta final solo caben el orgullo patrio, la fe en el equipo y el apoyo infinito desde lo más profundo del alma.
Del corazón de la Selección Nacional y el de todos los Hondureños depende el objetivo final: ver desfilar a nuestros muchachos, frente en alto, mano en el corazón saludando a nuestra bandera que habrá de flamear orgullosa en Brasil 2014.